jueves, 22 de octubre de 2015

Hacia un puerperio feliz…


Madre, siempre adulta, siempre madura, siempre prístina, siempre inmaculada, siempre responsable. Beatificada, canonizada, mitificada, endiosada. Tan grande me queda tu ropaje, madre siempre, Madre.
Madre, no juegas! No te has hecho de juegos, ni de fiestas, no sales a recreos, no duermes siestas.  Madre, siempre adulta ¿qué acto de violencia más abominable te hizo crear sin diversión? ¿Qué acto de crueldad te insertó en la automatización?
Tú todo lo haces bien, nada se iguala a tu poder, te ríes cuando Padre quiere mudar, lavar, cambiar  ropa, dar de comer, porque nadie te puede igualar. Tú todo lo haces bien y los hombres nada de eso saben, porque niños son…y en  sus juegos de guerra, negocios, placeres deben continuar…no son tan maduros como tú para cumplir tu labor…porque si tú no lo haces… quién lo va hacer?
Madre, siempre tan sería. Te preocupas de encasillar el juego en la higiene, horario y disciplina. Madre, normalizadora de ritmos, adiestradora de cuerpos, ciclos, tiempos, juegos, comportamientos. Madre, permites salir a jugar en espacios pulcros, limpios y bien cuidados.

Madre,  desplazaste los encantos de la maternidad por los estándares de calidad. Cociste lo crudo, te exiliaste del continente negro, saliste corriendo de lo blando, de lo elemental, para refugiarte en el poderío del control.
Madrecita, para ti el cuarto propio no existe, porque estás todo el día en un cuarto pero no propio. En un cautiverio de cuatro paredes que te mantiene prisionera en ese régimen de autodisciplina, que tú misma impones. Tu cuarto no propio es un encierro mortal de lo privado en el campo de la razón. Tu hacinamiento te confina al miedo, a la soledad. Te dedicas a criar en un encierro que restringe la creación.
Ay mamacita, extinguiste tu calorcito en el fregar! Todo tu gasto energético estaba en ordenar, limpiar, lavar potos, enjabonar platos, enjuagar ropa, bañar cuerpos, baldear pisos, cocinar, alimentar… Todo tu presente se extinguió en el porvenir.
Ay Mamacita! Te arrancaste de tus madres en la vorágine laboral. Supliste tus carencias con una jornada pagada que remuneraba ficheros, papeles, documentos, textos, carreras, ires y venires…que justificaban años de estudio…todo tu cotidiano lo hipotecaste en escapar.
Mamacitas, ya está bueno! No? A Desmadrar!! A tocar la campana y salir a jugar! A convertirnos en niñas y volver a encontrarnos en el lento caminar del aprender pero desaprendiendo y rehaciendo.  Aprovechando el ahora como un inmenso regalo para descansar
Al Desmadre de las madres y a enmadrar la sociedad, a llenar de risas y juegos nuestras cuerpas y a contagiar de festividad. Vamos a subvertir el karma trágico de maternar por una crianza acompañada placentera y gozosa. Vamos a salir del confinamiento solitario que nos inculcó el patriarcado para ocupar todos los espacios, incluso el de puta por callejear, el de loca por gritar, el de irresponsable por patiperrear. Vamos a refugiarnos encontrándonos con las otras, en esos espacios que sólo los adultos pueden estar.
Te propongo un juego, vamos a subvertir esos patrones de dominación! Amárrate tu cachorro y sale a callejear, respira profundo y reconoce en esa plaza un potencial de transformación. Suelta el miedo, desplaza el futuro al ahora y date cuenta que la crianza es un potencial de autoeducación, una posibilidad para re/conocerse en el otro/a, un potencial de transformación.
Y te digo que! Mueve tu caderiiiita….y te digo qué… mamá…pa elante y pa atrás…pa elante y pa atrá…  y te digo qué…

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