(La maternidad elegida y gozada aún es tabú en el feminismo…somos un mal ejemplo de mujeres sometidas a la crianza…al yugo patriarcal…)
Antes de ser madre, yo me creía una igual a mi compañero. Hombres y mujeres iguales, con las mismas capacidades, y exigiendo los mismos derechos. Pero cuando decidí ser madre los avances de la “igualdad” se desvanecieron. Me encontré con un abismo evidente de exclusión, violencia invisible, violencia médica y una constante infantilización…
Decidí ser madre de manera tardía, después de los treinta años. Creo que como gran parte de las mujeres, pensé que iba a tener a mi bebé y mi vida seguiría normal como lo había sido hasta ese momento. Gestar, parir y volver a lo mío…pero la cosa no fue así. En el conocer, reconocernos con mi hija, me di cuenta de lo infinitamente innarrable que es convertirse en responsable de un ser humano…
Me vi maternando la mayor parte del día sola, porque la crianza conjunta no es un tema contemplado en los horarios laborales, ni en las leyes sobre (p) maternidad, como tampoco en las dinámicas de nuestra actual sociedad. Para nuestro sistema es más fácil doblegar desde la tierna infancia logrando introducir de manera permanente un estado de carencia y de necesidad.
Cuando te conviertes en madre te encuentras con una parte del mundo que no ha variado mucho desde la revolución industrial, la división sexual del trabajo. Te encuentras con un punto cero que al parecer la transa del feminismo no modificó. Nos adaptamos a los requerimientos de lo público, y no lo cambiamos según nuestras necesidades. La consigna fue demostrar cuán iguales éramos y cuán capaces podíamos llegar a ser. La estrategia fue ingresar a esa vorágine y superarlo.
El engaño sigue existiendo en las condiciones básicas de reproducción de la sociedad, porque siguen siendo las manos femeninas las que cargan el peso del cuidado de los otrxs … por lo general manos campesinas, pobladoras, proletarias, inmigrantes que a su vez traspasarán sus propias responsabilidades a otras manos de mujer…
Conciliar vida laboral y vida privada requiere de una cadena de mujeres que cargarán con este peso: hermanas, abuelas, vecinas, suegras, parvularias, enfermeras, asesoras del hogar…Ellas se llevarán una parte trascendental de la reproducción de la vida y el cuidado de lxs otrxs…porque el sistema no contempla madres ciudadanas, sino que manos operarias que cumplan doble jornada y no entorpezcan el quehacer del mercado. Porque el eje de este sistema no son las personas ni la vida, ni el cuidado… ni la “cuidadanía”…sino la acumulación de objetos para mantenernos alienadxs…
…O se cría -se “materna”- o se “trabaja” fuera de casa y se cumple con doble jornada… las soluciones que entrega el mercado no son variadas… Las imágenes idealizadas de estas mujeres que logran los mandatos oficiales se multiplican como un arquetipo irreal… “la madre suficientemente buena”, “la madre abnegada”, “la súper mamá”… “la multimujer”… Aspiraciones inalcanzables que han intentado lograr al menos un par de generaciones de mujeres, cargando con la culpa a cuestas y resonando como ecos inconclusos en su propia vida, en su propia salud, en el encuentro con su vejez…
Son evidentes los estigmas de un sistema de tutelaje, de resguardo y preservación que saca beneficios de ésta imagen todopoderosa… Una figura que se ha pensado al servicio del pater, de la familia, de la sociedad, del estado, del mercado y la iglesia. Donde se usufructúa de su trabajo y su presencia continua en el aislacionismo de cada casa…tildándonos de “ángel del hogar”… y segregándonos al vacío de lo privado.
Tal vez sea por esto que el fantasma de la “madre abnegada” sea una abominación, un sometimiento, que algunos feminismos aborrecen como la peor amenaza. Lo que molesta y recrudece en estas animosidades es la figura de la madre ahogada eternamente en relaciones de obediencia a toda autoridad…
¿y quién elegiría ser madre en este mundo cada vez más de mierda? me diría una feministx a la cara… la idealización de su símbolo nos ha venido a jugar malas pasadas y a encerrarnos en un destino biológico. Debe ser repudiado, estigmatizado y alejado de las consignas feministas. Sobre todo en un país tan conservador como el nuestro donde no existe la posibilidad de aborto legal y donde a las niñas se les obliga a parir.
Pareciese ser que velar por la vida y el cuidado de lxs otrxs sigue siendo visto como potestad del pensamiento conservador. Propio de los pensamientos ultrones de derecha que reniegan de las libertades individuales. Mientras tanto, mantener, proteger y cuidar de la vida – de lxs otrxs , bebes, niñxs, ancianxs, personas enfermas y discapacitadas, como también del planeta- sigue siendo un trabajo despreciado, invisibilizado que sostiene a un muy bajo costo la reproducción de la especie para los fines del mercado. La abnegación es vista como esclavitud y sometimiento ante otrx en una sociedad basada en el egoísmo…
Por eso es tan importante “matar a la madre”. Tiene que ser lo primero que se nos enseña para continuar con éste tipo de sociedad. Matarla porque significa esclavitud, sometimiento, subyugación y reproducción del heteropatriarcado dirían por ahí…
“Matar a la madre” significa olvidar nuestros orígenes, olvidar las experiencias vividas por otrx cuerpo de mujeres y su sabiduría, “matar a la madre” es renegar de los conocimientos que nos heredaron nuestras ancestras al resistir. “Matar a la madre” es matar a esa madre morena, indígena y los cuidados que prodigaba a su otra madre, la “madre tierra”. Matarla es matar nuestra memoria, y enterrar nuestra genealogía por enarbolar cultura “oficial”…
Entiendo que la imagen de la “madre abnegada” revuelva estómagos feministas. Y que sea poco útiles al servicio de las consignas: ni madres, ni ciudadanas! Pero no estoy de acuerdo cuando se confunde el signo con la experiencia de las personas. Porque como madre feminista pude sentir la rabia y exclusión que provocaba mi presencia cuando participaba de encuentros. Pareciese ser que todavía no logramos conciliar los diferentes mundos y propuestas de vida donde de manera discursiva si se logra aglutinar consignas sobre el respeto y la diversidad. Pero en términos prácticos no se contempla ni se concilia la integración de las necesidades más básicas de éstas experiencias.
Proteger, mantener y cuidar de la vida siguen siendo mirados de forma peyorativa…Nos desenvolvemos en un sistema adulto céntrico, falogocentrico y patriarcal que excluye la crianza, los cuidados y el m(p)aternaje colectivo en lo cotidiano. Es difícil desterrar éstas prácticas cuando no son parte de nuestro proceso vital, y por lo mismo debiesen tornarse más evidentes en un ambiente donde se intenta visibilizar todas las opresiones…Dónde se intenta promover la sororidad…
Aún bajo éstas condiciones, las parejas siguen teniendo niñxs, las mujeres seguimos pariendo y la mayoría de las mujeres que gestan y paren siguen criando…Cerrar los ojos y hacer como que no existe, porque es una afrenta a las luchas de esas abuelas feministas es cerrar los ojos de una realidad concisa y concreta…
Hoy, están surgiendo nuevas m(p)aternidades elegidas libremente que transgreden los discursos oficiales, cuestionan los mandatos hegemónicos, intervienen en sus vidas como luchas micropoliticas su quehacer cotidiano. Lxs nuevos maternajes, paternajes buscan criar con consciencia, con respeto y en resistencia a este modelo de devoración que nos insta a seguir el mercado.
Eligen parir en libertad, eligen criar con cercanía, con tiempo de calidad. Existen nuevas madres que desconfían de los mandatos que le instan a dudar de la sabiduría femenina depositada en sus cuerpos, en la experiencia de sus pares, en su linaje ancestral. Existen nuevas madres que están buscando soluciones a la imposición de criar separada de sus pares, buscan agenciamientos con otrxs, buscan asociarse. Están armando ideas y soluciones conjuntas a las imposiciones de lo doméstico, están generando cooperativas de ayuda mutua. Están poniendo las herramientas que ninguna otra generación de mujeres ha tenido a su disposición para integrar la vida y hacer de este planeta algo mejor que un sistema devorador….
Existen nuevos padres en complicidad con esta crianza, que se revelan a la imagen de un patriarca todo poderoso y quisieran convertirse a sí mismos en otras madres. Existen nuevas paternidades que quieren dar vuelta todo y revelarse contra la familia nuclear, subvertir roles y generar cambios en este sistema que de alguna u otra manera les somete a horarios dignos de “proveedores”, con jornadas de explotación que les marginan de la crianza. Existen nuevas paternidades que entienden que no se trata solo de “ayudar en la crianza” porteando, mudando, bañando o haciendo dormir a sus bebes…si no que se esfuerzan por convertir este mundo en un proyecto vivible por todxs, generando cambios estructurales y no parches que deberán cargar las próximas generaciones…Paternidades que trabajan como equipo para cambiar el paradigma…
Para mí está claro que tenemos las mismas capacidades que nuestros compañeros, pero también me queda claro que somos profundamente diferentes. Las mujeres que deseamos y elegimos ser madres tenemos el poder de gestar vida, tenemos el poder de parir vida y de parirnos a nosotras mismas -si lo procuramos- Tenemos el poder de nutrir y ver crecer a un ser humano con nuestra propia leche… Somos parte de la vida, somos vida, podemos dar vida…
Pero también nos conformamos desde la experiencia, desde la historia propia y de la vivida por nuestras cercanas. Para poder disfrutar de una maternidad elegida, el camino duro ha sido recorrido por miles de otras antes que yo. Estas nuevas (p)maternidades que están en resistencia contra el “estado de sumisión” son poseedora de grandes privilegios, herramientas que entrega el acceso a la información, el auto-conocimiento crítico, los niveles de escolarización así como su estabilidad económica .
Pero lamentable la mayoría de las maternidades sigue siendo “secuestradas”, siguen ejerciéndose por obligación y muchas más veces siguen realizándose en solitario... Un deber ser que se instala antes de ser participes de su propia vida… la mayoría de las crianzas se sacan adelante con los recursos que se tienen y que se manejan, intentando sobrevivir con esta responsabilidad a cuestas en medio de una violencia sistémica…Éstas maternidades viven a diario la carga económica, la angustia vital y el peso de la norma, que reproducen también a diario…
Para que estás maternidades se conviertan en alegría rebelde, necesitan ser disfrutadas, necesitan ser placenteras… necesitan ser deseadas, necesitan ser acompañadas, necesitan ser comprendidas… Para que la “madre abnegada” se transforme en una “madre insurgente”, se necesita que no se penalice las decisiones que toma sobre su cuerpo y se ejerza su derecho a gestar o no y cuidar de esa vida o no. Necesita ser entendida más allá de una experiencia personal, necesita ser comprendida como un compromiso social, una práctica política, de transformación…Necesita recuperar el espacio público, hacerse visible, rescatando lo colectivo femenino, rescatando los espacios públicos para la infancia…
Para que se ejerzan estas nuevas crianzas se hace necesario poner en relieve lo vital, traer de vuelta a la vida las vivencias de los seres humanos…ejerciendo relaciones a partir de la solidaridad y el apoyo mutuo…en definitiva, una comunidad donde la maternidad se pueda reconstruir y resignificar con libertad…
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