lunes, 21 de diciembre de 2015

La Amenaza de la Maternidad: una mirada a las madres abyectas Ripley, Alien, Connor y la obra de la fotógrafa Gabriela Rivera.





A propósito de  la muestra CRíA CUERVAS de la artista Gabriela Rivera que se inaugurará el dí­a 8 de enero de 2016 a las 19:30 hrs en Galerí­a BECH comparto con uds un trabajo que se alimenta de la promiscuidad investigativa mezclando arte, cine, análisis critico y feminismo.
Un pastiche monstruoso también expuesto en "Representaciones e imaginarios de lo monstruoso en la literatura y el arte" conversatorio llevado a cabo en Universidad Católica...Se lee muy académico todo, pero en realidad es uno de los textos crí­ticos más entretenidos que he escrito! Disfrútenlo!

El siguiente análisis  se basa en un texto que preparé inspirada en la propuesta “Cría cuervas” de la fotógrafa nacional Gabriela Rivera, presente en la exhibición “New Maternalisms”, MNBA, 2014. El texto intentará generar un hilvanado entre la propuesta artística y dos personajes de la maternidad hollywoodense, la teniente Ripley de Alien y Sarah Connor de Terminator. El eje conductor de esta triada es el potencial reproductivo femenino que amenaza con sobrepasar y desbordar como fenómeno de fertilidad y fecundidad excesiva.
La maternidad será abordada como una especie de monstruo o terror interno que acecha en las sombras de la instalación del patriarcado. En las filmaciones de ciencia ficción contemporáneas antes mencionadas, así como en la obra de Rivera, la amenaza de la maternidad es el desborde de lo abyecto. Es esa madre y sus fluidos –sangre, placenta, fetos, leche- que se escapan y salen de control.
Asoman miedos profundos que condenarán la figura materna como una aberración latente, una enfermedad parasitaria, una amenaza de polución, ó una extraña forma de colonización. Para suplir este desborde de vida, este exceso de poder, la maternidad cargará con un rol social trascendental: la culpa y el deber de adoctrinar, en un afán civilizatorio, a sus propios engendros.
Cría Cuervas de Gabriela Rivera
La exposición New Maternalisms, Maternidades y nuevos feminismos en el arte contemporáneo, fue una muestra cuya primera versión tuvo lugar en Toronto, Canadá en marzo de 2012 y en Santiago se desarrolló en distintos circuitos artísticos, en Junio-Agosto del 2014.[1]
Esta exhibición reflexionó en torno a la vivencia de la  maternidad desde la producción artística actual, en Chile particularmente buscó establecer un dialogo en torno al tema “madre-mujer” y los diferentes contextos donde esto se desarrolla[2]. En esta muestra, Gabriela Rivera presentó una propuesta visual denominada “Cría cuervas”, como ya es tradicional en sus fotografías la artista expuso autorretratos que surgen desde el enmascaramiento de la piel con carnes animales.
Se trató de  una triada fotográfica que da cuenta de su propio linaje materno. Abordando la personificación de su propia madre e hija ataviadas como tres “pájaros”, “pájaras”, “bestias”, “carroñeras”, que aluden a la continuación de una estirpe de “cuervas”.
En las fotografía de  gran formato se presentan tres escenas diferentes de estas personajes enmascaradas que se exponen desnudas ante la lente recortadas por un fondo oscuro. La primera escena muestra el  amamantamiento de la cría,- es la artista quien posa lactando a su pequeña-, la segunda imagen está compuesta por las herederas del linaje matrilineal – madre, hija abuela- acá  la autora posa exhibiendo la costura de la “obra” y la última imagen es protagonizada por la pequeña “cuerva” portando en su mano amenazadora una enorme aguja. Cierra la instalación un mesón con tres cabezas cubiertas cada una con las máscaras embalsamadas de cuero animal.
La muestra expone una línea de tutelaje y protección que se evidencia en la cercanía de los cuerpos desnudos. Se exponen  caricias y ternuras maternales prodigadas desde lo inaprensible del vínculo filial, pero estos afectos se ven obstaculizados por la supremacía visual de la mascarada que actúa como grilla imposibilitando nuestra participación  en el encuentro. El desborde de estos engendros se antepone como una coraza que reprime todo impulso de cercanía.
Lo siniestro de las mascaradas deja en evidencia los cuerpos re-construidos. Las costuras de los fragmentos intentan urdir una animalidad ficticia, civilizatoria, que pretenden hilvanar la manufactura de la suplantación de lo carnal. Gabriela en un afán paródico se apropia de la figura frankensteinesca[3] para recalcar la concepción no humana de estos organismos.
Lo perverso de estas criaturas inunda la atmosfera. Es la pose desenfadada la que expone una ironía. Es la misma prolijidad en la confección de sus rostros lo que evidencia un sospechoso trabajo en la asepsia de su manufactura.  Es el disfraz de la normalización de estos cuerpos para introducirse en la cultura. El desborde de lo orgánico, de la animalidad se encuentra en un estado fronterizo donde la máscara actúa como garante que mantiene al margen toda amenaza.
Cría cuervas y te sacarán los ojos,  resuena como metáfora del potencial reproductivo femenino que amenaza, al igual que estos organismos, con sobrepasar y desbordar de engendros como fenómeno de fertilidad y fecundidad excesiva. La propuesta nos retrotrae a los miedos más intensos sobre la maternidad exuberante. La amenaza de la maternidad parece hacer un guiño a los fantasmas que atemorizan con en esta capacidad reproductora de parir monstruos, engendrar bestias[4], como señala Rivera. La repetición de un estigma de violencia enraizada en miedos misóginos condenatorios, que ven con ojos recelosos el carácter malévolo de toda madre.
Maternidades Monstruosas y Heroicas
A propósito de estos miedos, es difícil plantearse como madre después de ver a la teniente Ripley y a Sarah Connor[5] en acción. Como heredera de la ciencia ficción de los ochentas/noventas, mi imaginario de mujer puérpera resuena con la relación maternal de estas heroínas  de las secuelas Alien y Terminator. Ambas producciones están infestadas de alusiones a lo maternal, a la Madre Arcaica y las dimensiones orgánicas y abyectas de lo materno.
Las dos primeras Alien (Ridley Scott, 1979) y Aliens (James Cameron, 1986),  están pobladas de imágenes sugerentes, donde lo húmedo, viscoso, mojado, orgánico, traspirado, oscuro son metáforas frecuentes de la reproducción. Particularmente sus representaciones nos conducen a una imaginería uterina: el lente circula por intrincados corredores que conducen a cámaras internas de la nave Nostromo, los tripulantes se levantan desde capsulas criogénicas de su largo sueño y son despertados por la voz del comando central denominado Madre.
La cueva donde se encuentran los huevos en  estado de latencia de Alien tiene forma de piernas abiertas, de una vulva expuesta, de trompas de Falopio. Asimismo, el diseño de esta criatura se manifiesta monstruosa en su fecundidad. En tanto organismo evoluciona como mano, garra, falo, molusco,  serpiente; deposita los huevos, persigue e insemina hombres, mujeres, humanos, ahogándolos, ahorcándolos pero manteniéndoles con vida hasta  utilizarles como incubadora de su monstruosa descendencia.
Se exponen un gran número de escenas de alumbramiento, de nacimientos, pero a través del estómago, que se inician con lo que Ripley denomina como el “El hijo de Kate”, “El Hijo del Hombre”. Nos inundan las imágenes de colmenas, telarañas, colonias de humanos en pos de la procreación de monstruosos organismos. Destaca la aparición de la reina madre,  arcaica, mítica, procreadora infinita, mantis religiosa que se reproduce y asesina.
La relación conflictiva de Ripley con la maternidad, en tanto, se parece a lo pesadillesco de la ama de casa, al dejar todo ordenado y volver a comenzar, una y otra vez, incluso después de muerta hasta la clonación. Son incansables los intentos de Ripley por vencer la amenaza de la muerte y rescatar: compañeros de tripulación, gatos, planetas, militares, robots, monjes, para sobrevivir o para reponerse de todas  las perdidas, pero por sobre todo la de su de hija.
Por supuesto que a la protagonista la ronda la culpa, por no cumplir su deber ser con una hija ya muerta, que dejó a los once años y a quien prometió volver para su cumpleaños. Este abandono la lleva al rescate y amadrinamiento de una niña huérfana, bestial y salvaje como su carácter mismo -Newt, una sobreviviente pequeña que carga consigo la cabeza  de una muñeca desmembrada, como  pequeño prototipo de mujer/madre,  a pesar de lo bestial de su apariencia-.
Por otra parte resuena otra heroína maternal de la ciencia ficción Sarah Connor, protagonista que evolucionó desde una sumisa y apacible chiquilla que es avisada de la buena nueva del mesías en su interior en The Terminator (1984). A una guerrera madre salvaje, loca, desalmada, y descariñada en Terminator 2: Judgement Day (El Juicio Final, 1991) ambos films  escritos y dirigidos por James Cameron.
Sara también es una heroína que se forjó a sí misma como madre del hijo que salvará a la humanidad. Su rol como instructora de insurgencia nace desde la negación, de “no haber pedido ese honor”[6] hacia la heroicidad delirante de una madre  que se encargó de entrenar bélicamente al pequeño John. Tanto empeño puso en su misión que  terminó sin la custodia de su hijo y confinada a un perverso hospicio. En esta segunda parte de la secuela relucen sus destrezas de sobrevivencia, manejo de armas, astucia y resistencia física en contraposición con su incapacidad de demostrar emociones.
Sarah Connor también es una monstruosidad, es la mujer predestinada a procrear al héroe que rescatará a la humanidad del exterminio de las máquinas. En un affaire de una noche con el guerrero del futuro que viene a rescatarla del robot exterminador, Sarah concibe a Juan a John. Quien será el mesías del futuro, Superhéroe, engendro en sí mismo. Líder de la resistencia humana ante las máquinas. Un humano generado desde de una discontinuidad tiempo espacial producto del mismo rescate. Paradojal.
Ambas protagonistas son heroínas de acción, ambas consiguen sobrevivir  pero a su vez deben cargar con el estigma sobre sus cuerpos, la fecundidad. Mientras Sarah concibe por consentimiento, Ripley actúa como madre filial, como “madrina” para luego suicidarse por ser fecundada a la fuerza  con una cría de Alien reina en la versión 3. Por otro lado las reproducciones no humanas, como las de Alien y las múltiples formas de regenerarse del Terminator les corresponden un estado de abominación.
En ambas películas Alien y Terminator  se puede deducir un subtexto argumental similar, la humanidad está puesta en juego, el exterminio de la raza es inminente. Ambas producciones ponen de relieve la experiencia misma de la catástrofe y es imperioso, urgente resguardar y rescatar un orden primordial, renovar el proyecto mismo de civilización.
El carácter excitante de los conflictos de ambas películas se basa en esta posibilidad de poner en riesgo la subsistencia/sobrevivencia de la especie. Poniendo de manifiesto un palpable peligro al suelo firme donde reposa toda nuestra existencia,  el Hombre mismo se ve amenazado.
En las dos producciones lo monstruoso de la lucha entre el bien y mal es evidente, los enemigos son identificables aliens y robots. Su carácter amenazante hacia la comunidad se constituye desde lo otro, desde la diferencia misma con el insondable proyecto de lo humano. El monstruo es el ‘Otro’ nuestro y de la sociedad. Desde acá es evidente la sintonía de quien mira con la reposición del “Estado natural de las cosas”, la naturaleza del Orden/resguardar y reponer ese proyecto. De esta constante promesa metafísica, la saga puede continuar una dos, tres cinco veces, renovando el estatuto de esperanza.
Esta fabulación, la constante renovación del mito, permite camuflar la guerra de dominio, de aniquilamiento, con el ropaje de la monstruosidad.  Si la contienda por la sobrevivencia es con un otro/a  completamente opuesto a este proyecto de “nosotros” es claro que como espectadores/as nos alinearemos por la perpetuación de la especie.
Cría aliens, líderes de resistencia humana, cuervas… y te sacaran los ojos
No me parece azaroso que en Alien y Terminator lo agonal de la subsistencia, en tanto  disputa/pelea por la vida, sea librada  por protagonistas mujeres. A mi parecer ambos films se resguardan en el cuerpo femenino como receptáculo de múltiples significaciones acerca de la reproducción y la sobrevivencia.
1.-Por una parte la Tte. Ripley y Sarah Connor actúan como metáfora de la perpetuación de la especie -por el hecho mismo de ser mujeres y poseer un cuerpo con potencial reproductor- pero por sobre todo por sus estrategias para salvar la humanidad entera. Ambas deben ejercer como madre en tanto ejercicio de performatividad de los cuidados: enseñar a sobrevivir, huir, guiar, rescatar, aconsejar, resguardar y cuidar el cuerpo de los/as otros/as. Obviamente me refiero a los cuerpos que interesan a la causa de cada trama fílmica.
2.-Porque así como Ripley y  Connor tienen la posibilidad de crear vida también tienen todo el potencial para destruirlo todo. Como heroínas de acción son un riesgo civilizatorio. Pueden ser leídas en clave de peligro a los mandatos de género hegemónicos al ser sujetos activos de acción, palabra y decisión. Situación que puede desenfocar su misión como hembras reproductoras de otros humanos/as y como repetidoras del discurso oficial.
3.- Ahora, si bien ambas protagonistas se alejan del paradigma de la mujer objeto y se constituyen como sujetos de acción y enunciación en ambas películas, sus personajes deben  suplir - desde un prisma patriarcal- este desborde y este exceso de poder restaurando el  proyecto civilizador que implica la Ley,  pero la ley del Padre.
La teniente Ripley se constituye heroína de ciencia ficción en tanto no duda en identificar a la madre arcaica alienígena y lo femenino - monstruoso como algo negativo que debe ser controlado y eliminado. Sarah Connor en su agonía psíquica  se mantiene dubitativa en defender una humanidad propiamente bélica y monstruosa, sin embargo trasciende como heroína al defender un patriarcado humano al de las máquinas, como ella misma lo explica “Si una máquina puede aprender el valor de una vida humana, tal vez, también nosotros”[7]
En ambas películas se puede leer que los/las humanos son la propia monstruosidad, pero lo femenino actúa como significante que construye el relato del horror en tanto contenedor de miedos misóginos.
4. Para la teórica Barbara Creed el relato cinematográfico del terror –en este caso ciencia ficción- es considerado normativo en la medida que representa y expone angustias y miedos masculinos relacionados a la sexualidad femenina. Según Creed, siguiendo a Kristeva, la tercera categoría de lo abyecto[8] es lo maternal, la feminidad monstruosa es representada a través de la maternidad y sus funciones reproductivas puesto que el cuerpo de la madre es alineado con lo abyecto al no esconder su deuda con la naturaleza.
 La misma teórica propone el concepto de Madre arcaica, para designar una madre primigenia cuya maternidad entra en la categoría de lo monstruoso en la medida que es abyecta,  sangrienta y amoral, tanto dadora como quitadora de vida. Para ella la madre arcaica no es, en sí, una imagen inherentemente negativa, sino que el discurso patriarcal la construye de esta forma. (Creed 2001: 83).
En este mismo sentido la Reina Alien es mucho más consecuente con su objetivo de sobrevivencia, como animalidad abyecta, se constituye en peligro en tanto ponedora inagotable de huevos, a diferencia de la reducida fecundidad humana. Ella misma comporta lo abominable de la madre arcaica en cuanto constituye su poder dando y quitando vida, fecundando andróginamente a hombres y mujeres por igual, haciendo parir sus crías a cuerpos masculinos imposibilitados para ello. Desde su amoralidad lucha por la sobrevivencia y colonización, Alien se constituye en la amenaza materna por excelencia.[9]
En este sentido, el ‘proyecto ideológico central’ de estas producciones es ofrecer una confrontación con lo abyecto en función de, finalmente, expulsarlo. Consecuente con la función históricamente encomendada a las mujeres son las protagonistas madres encargadas de depurar lo abyecto, salvaguardando lo que significa ser humano.
En el caso de Terminator por ejemplo, Connor cría en resistencia pero la crianza de esta insurgencia tiene que ver con prevalecer lo que constituye propiamente humano por sobre las máquinas, aunque esto radique en un legado en educación armamentista y bélica.
En Alien en tanto, la escena donde Ripley se inscribe en el proyecto civilizador  normativo es cuando defiende a la niña Newt en brazos y se confronta madre a madre con la Reina Alien destruyendo su nido lleno de huevos hasta matarla.
En ambos casos se re-instaura el orden patriarcal y se enaltece la razón como control de la naturaleza por sobre lo salvaje, condenando la figura materna a conciliar su  exuberancia con un rol social trascendental. Desde estos miedos a la monstruosidad materna se instalan el peligro de desenfocar su misión.
Esta madre sostenida por la cultura - la que adoctrinar, en un afán civilizatorio- es el imago que oculta la amenaza. Su deber moral será civilizar a sus propios engendros cargando por siempre con la culpa de no ser lo “suficientemente buena”. “Cría cuervos y te sacaran los ojos” surge como la condena a la que ose desviarse de un modelo de crianza tradicional e impositivo.
Volviendo a la obra de Rivera, sus criaturas parecen burlarse de este intento de moldear a los seres humanos como si fueran arcilla, la autora propone que criemos bestias, bestias que nos utilicen y luego nos despedacen, augurando una conexión con su rol de madre pero también con su trabajo como creadora. La propuesta fotográfica auspicia una rebelión bestiaria que desborda su existencia como objeto de crianza/creación para conformarse como un otrx, en contienda, en desafío, en lo agonal de la sobrevivencia.
Pero a su vez este matrilinaje de cuervas es un sarcasmo a la competencia de la genealogía femenina por el poder, inculcado en el discurso patriarcal desde pequeñas haciendo ver a las otras como enemigas desde que iniciamos nuestra edad  fértil en la carrera por la heterosexualidad y la reproducción. Lo que anula nuestra historia de mujeres y nuestra identificación con las que nos antecedieron.
Volver a coser la urdimbre de nuestra genealogía significa revisar toda la fantasía instalada desde pequeñas como seres criadas débiles, que necesitan ser protegidas y esperan eternamente un rescatador. Seguimos siendo violentadas y asesinadas. Seguimos sin entrenamiento físico y bélico para la autodefensa y resistencia. Seguimos sin poder decidir legalmente sobre llevar a cabo o no una gestación en nuestros cuerpos. Seguimos sin poder abortar.
En este sentido, la Tte. Ripley y Sarah Connor se transforman en un referente mediático para la autodefensa. Sin embargo, la complejidad de su contienda reside en la manipulación de su figura por parte del discurso hegemónico patriarcal. Ellas constituyen una excepción a la norma, pero siguen sin escapar a los mandatos que resguardan la oficialidad de una civilización que anula la Ley materna.
Nos permiten ser violentas y belicosas en tanto matemos a la madre. Mientras sigamos matando a la madre. Seguiremos errantes anulando la historia de nuestras congéneres, seguiremos condenadas a la contradicción, al igual que nuestras protagonistas, quienes en su escape y búsqueda de salvación son condenadas a enloquecer…
Referencias Bibliográficas:
§   Creed, Barbara: “Lo monstruoso femenino”, Cine, Feminismo y Psicoanálisis.
§   Saadoun, Zulma: “Alien y Reina: Heroísmo femenino y maternidad monstruosa en la película Aliens” Tesis de grado Comunicación Audiovisual, Universidad ORT Uruguay, 2014.
§   Lidia Merás¸ Maternidades anómalas. Reproducción en la ciencia ficción cinematográfica de los años noventa. Anàlisi 46, Londres, Pág: 35-47, 2012.






[1] La curatoría en Canadá fue desarrollada por la académica y curadora canadiense Natalie S. Loveless y en Chile por Soledad Novoa.
[2] Libro catalogo de la muestra  New Maternalisms
[3] Frankenstein de la escritora inglesa Mary Shelley
[4]  Entrevista a Gabriela Rivera para la propuesta Cría Cuervas, abril 2014.-
[5]  Sigourney Weaver, Linda Hamilton respectivamente
[6] Escena Terminator 1
[7] Frase final de Sarah Connor, en Terminator 2
[8]Barbara Creed, “Lo monstruoso femenino”, Revisar Capitulo1 'Residuos corporales', ‘lo último en abyección’ 2 'colapso de fronteras o en la ambigüedad entre fronteras'.
[9] En ambos finales de Alien termina expulsada al espacio

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