“Cría cuervas” es la nueva propuesta fotográfica que Gabriela Rivera presente en la muestra “New Maternalisms”, que se desarrollará en distintos circuitos artísticos de Santiago, desde el 26 de Junio al 31 de Agosto del presente año.
La artista propone una triada fotográfica que da cuenta de su propio linaje materno, abordándolo como ya es recurrente, desde el enmascaramiento de la dermis con carnes animales. La propuesta considera un autorretrato y la personificación de su propia madre e hija ataviadas como tres “pájaros bestias”, aludiendo a la continuación de una estirpe de “cuervas”.
Una línea de tutelaje y protección que se evidencia en la cercanía de los cuerpos, caricias y ternuras maternales prodigadas desde lo inaprensible del vinculo filial, pero que se ven obstaculizadas por la supremacía visual de la mascarada, que actúa como grilla imposibilitando nuestra participación en el encuentro.
El desborde de estos engendros se antepone como una coraza que reprime todo impulso de cercanía. Lo siniestro de las mascaradas deja en evidencia los cuerpos re-construidos. Las costuras de los fragmentos intentan hilvanar una animalidad ficticia, civilizatoria, que pretenden tapar la manufactura de lo carnal.
Sin embargo, es esta misma prolijidad en la confección lo que evidencia una asepsia en la manufactura, una normalización de estos organismos para introducirse en la cultura. El desborde de lo orgánico, de la animalidad se encuentra en un estado fronterizo donde la máscara actúa como garante que mantiene al margen toda amenaza.
Resuena como metáfora el potencial reproductivo femenino que amenaza al igual que estos organismos con sobrepasar y desbordar como fenómeno de fertilidad y fecundidad excesiva. La propuesta nos retrotrae a los miedos más intensos sobre la maternidad exuberante heredados desde la escuela rousseauniana, pasando por las alergias de algunos feminismos que consideran la gestación materna como enfermedad parasitaria, hasta concepciones que la ven como amenaza de polución o como extraña forma de colonización en las filmaciones de ciencia ficción contemporáneas.
La maternidad es una especie de monstruo o terror interno que acecha en las sombras de la instalación del patriarcado. Abundan las películas, libros, imágenes de esta aberración latente. La amenaza de la maternidad es el desborde de lo abyecto, es esa madre y sus fluidos –sangre, placenta, fetos, leche- que se escapa y sale de control.
La amenaza de la maternidad parece hacer un guiño a los fantasmas que atemorizan con en esta capacidad reproductora de parir monstruos, engendrar bestias, como señala la autora. La repetición de un estigma de violencia enraizada en miedos misóginos condenatorios, que ven con ojos recelosos el carácter malévolo de toda madre.
Pero son estos mismos miedos los que condenarán la figura materna a conciliar su exuberancia a con un rol social trascendental. Para suplir este desborde de vida y este exceso de poder, toda madre deberá cargar con la culpa de no ser lo “suficientemente buena” y encomendará su labor de crianza a moldear el carácter de dicho engendro. Esta madre que intenta adoctrinar, en un afán civilizatorio, es la madre sostenida por la cultura, es el imago que oculta la amenaza.
Gabriela en un afán paródico se apropia de la figura de Frankenstein -de la escritora inglesa Mary Shelley- para burlarse de este intento de moldear a los seres humanos como si fueran arcilla. Lo perverso de estos organismos inunda la atmosfera recalcando su concepción no humana, las criaturas escapan al control que demanda su progenitora ejerciendo una rebelión contra las normas.
Surge una suerte de competencia, por el reinado de este universo femenino, una suerte de traición por los cuidados prodigados, rebelándose contra el mandato autoritario de la bestia Madre que requiere un reconocimiento a cambio de la dedicación encomendada.
Las ironías circundan en el desquite de nuestros propios engendros que se tomarán el poder a pesar de intentar inculcar por todos los medios los patrones de crianza occidentales. El mito de Edipo, ronda cauteloso la fantasmática de la obra. La abominación de las bestias surge de la amenaza que aparece al conformar su propia adultez, despedazando en esta cadena de procreación la soberanía materna.
Cría cuervas y te sacarán los ojos, es un sarcasmo al modelo de crianza que ve en los m(p)adres una autoridad que impone reglas, conductas y modelos que respetar, pero también es un sarcasmo a la competencia de la genealogía femenina por el poder, que nos inculcan desde pequeñas –desde cenicienta a caperucita. Que nos hace considerar a las otras como enemigas desde que iniciamos nuestra edad fértil y que supone la imposición de ciertos estereotipos por la competencia de la reproducción.
A esto la autora propone que criemos bestias, bestias que nos utilicen y luego nos despedacen, augurando una conexión con su rol de madre pero también con su trabajo como creadora. Al igual que el mito del “eterno Prometeo” la propuesta fotográfica auspicia una rebelión bestiaria que desborda su existencia como objeto de creación para conformarse como un otrx. Un sujeto de acción que toma las riendas de su destino.
Alegoría que podemos decir sigue tristemente presente en la historia del arte, donde las artistas mujeres con una perspectiva crítica hacia su situación ante el patriarcado cultural, siguen siendo subsumidas, eclipsadas u ocultadas en un rol subalterno y de dependencia. Esperemos que experiencias como “New Maternalisms” fomenten el desborde de más cuervas contra la herencia de su matriz artística.
Santiago, junio 2014
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